¿Por qué se retrasa la economía cubana en la salida de la crisis del COVID-19?

Elías Amor Bravo economista

El régimen castrista lo ha reconocido de voz de sus dirigentes en las sesiones recientes de la Asamblea nacional. Actualmente está teniendo notables dificultades para recomponer la marcha de la economía cubana, a pesar de que no dejan de ensayar fórmulas que acaban siendo un fracaso, en la medida que no van dirigidas a resolver las restricciones que plantea el modelo económico de la constitución de 2019.

Ninguna de las medidas adoptadas se plantea, por ejemplo, aprovechar el impacto beneficioso de algunas actuaciones que han dado buen resultado, como las mipymes, en tanto que, por motivos ideológicos, no se corrigen las actuaciones negativas, que existen, y son bien conocidas por el régimen, pero que no se quieren resolver para no acabar perdiendo el control de la economía, que trae consigo el político y social. 

El coste de esta inercia es que los problemas se alargan en el tiempo, se complican de forma innecesaria y van a exigir medidas muy costosas para su solución. La economía cubana no ha logrado superar la crisis de la pandemia y el resto sí. En el Cuadro 1 se presentan los resultados comparativos de Cuba y América Latina y Caribe en términos de crecimiento. En 2022, la economía cubana se encuentra un 7% por debajo del nivel de 2019. América Latina y Caribe han visto cómo su nivel de PIB recupera el dato de 2019 en un 0,3%.

 

 Índice 100=2019

América Latina y Caribe

Cuba

2019

100

100

2020

92,4

89,1

2021

97,6

91,4

2022

100,3

93,1

El problema fundamental del régimen comunista cubano es que sigue sin plantear una estrategia clara y creíble de cambio del modelo productivo, de hacia dónde se quiere orientar la economía, y se resiste a introducir las medidas que son necesarias para dar un impulso decisivo. Justo en el momento menos oportuno, lanzó la tarea ordenamiento, un experimento destinado a unificar las dos monedas que circulaban en la Isla desde el período especial y acabó creando un escenario de dolarización creciente de las transacciones, reconocido por las autoridades en la Asamblea Nacional. La tarea ordenamiento ha hecho evidente que se han cometido graves errores en la definición de los problemas que se debían corregir cuanto antes al tiempo que han creado otros que cuando exploten pueden ser mucho más graves e irresolubles. Un buen ejemplo, la productividad.

Es un hecho que la economía cubana creció en 2022 a menor ritmo 1,8%, que la media de América Latina y el Caribe, que lo hizo un 3,7%; y por supuesto, lejos del objetivo inicial del plan establecido en un 4%. De ese modo, se sitúa a la cola de los países que todavía siguen sin recuperar el nivel de riqueza agregada anterior al Covid-19. En 2022 tan solo Paraguay -0,3% y Haití -2% tuvieron peores resultados que Cuba. El resto de los países de América Latina y Caribe vieron crecer su PIB por encima de Cuba y remontar la crisis de la pandemia. En una perspectiva más de medio y largo plazo, el crecimiento promedio de la economía cubana es inferior al del conjunto de países de la región, y ello tiene mucho que ver con la evolución de la productividad. 

La baja productividad de la economía cubana no solo tiene que ver con un modelo económico obsoleto, sino con los cambios en la composición cuantitativa y cualitativa del empleo. El caso es que en la economía cubana millones de empleados produjeron en 2022 menos volumen de PIB que en 2019. Es posible que puedan haber aparecido algunos empleos nuevos, sobre todo en el sector no estatal, con más productividad que en 2019. No obstante, es evidente que en valores agregados se observa una disminución de la productividad desde 2019, en concreto un 7,8%.

Conviene recordar que la productividad es el indicador que los economistas consideran fundamental para explicar el progreso de las naciones. En América Latina y Caribe en el mismo período desde 2019, la productividad ha aumentado un 3,6%. En este último caso, se ha creado empleo, pero se ha logrado hacer crecer la productividad. En el caso cubano, las autoridades han implementado un reparto de buena parte del empleo ya existente antes, con puestos de trabajo de menos horas. Las dificultades para recuperar la productividad explican el retraso de la economía cubana para superar la crisis de la pandemia.

El descenso de la productividad es uno de los grandes problemas de la economía cubana, agravado durante los años recientes, y solo puede ser atendido por medio de una apuesta nueva y acelerada hacia un modelo de crecimiento nuevo y distinto del actual. La receta para aumentar la productividad es bien conocida, y pasa por apostar por más investigación, formación, digitalización y tecnología de primer nivel en los procesos productivos. El modelo ciencia tecnología y sociedad de Díaz Canel es un ensayo teórico con escasos resultados prácticos. Los dirigentes comunistas cubanos no prestan la debida atención a la productividad y por ello, la economía no crece y se estanca.

Es necesario que las autoridades del régimen diseñen políticas económicas realistas que preparen el aparato productivo en posición de competir. Una vez que Fidel Castro puso fin al sector económico más competitivo de la economía cubana, el azúcar, con la reestructuración de comienzos de este siglo, Cuba carece de actividades con orientación exportadora capaces de generar recursos suficientes. Los rubros de exportación que sobreviven, tabaco, alcoholes, minerales, carbón vegetal, servicios, son insuficientes para cerrar el agujero de las cuentas externas.

Desde 2014 los dirigentes tratan de paliar esa insuficiencia de recursos con la atención a la inversión extranjera, intentando lograr una posición que permita una atracción más intensa de capital extranjera. Conviene recordar que esto requiere seguridad jurídica, certidumbre de costes y libertad de adquisición de activos, y eliminación de las incertidumbres fiscales, laborales, administrativas y logísticas. ¿Algo de esto se hace en Cuba actualmente?

La política de inversiones extranjera de Cuba no sirve porque otorga limitadas garantías al necesario refuerzo de la seguridad jurídica y la apertura de los mercados. A resultas, es imposible lograr el objetivo de ensanchar el crecimiento potencial de la economía cubana por cuanto no se diseña y ejecuta una estrategia de cambios y reformista dirigida al núcleo duro del modelo económico, obsoleto e ineficiente. En realidad, en una economía global y de intensa competencia entre las naciones no tiene sentido que Cuba se esfuerce por mantener una estructura productiva que no funciona, solo por motivos ideológicos.  

¿Por dónde empezar? A nivel macroeconómico, el saneamiento de las finanzas públicas es fundamental, porque del éxito de esta tarea dependerá que se pueda contar con financiación para programas de inversión que mejoren las infraestructuras de la economía y estimulen el crecimiento a medio y largo plazo. De hecho, la estimación de la deuda pública de Cuba es incierta, tanto la interna como la externa, y el régimen tendría que disciplinarse para poder evitar una posible quiebra económica de la nación.

Y teniendo en cuenta que la economía cubana no está en este momento ni para más impuestos ni para más gasto, hay que ensayar fórmulas innovadoras. Las decisiones del régimen que provoquen pérdida de ingresos deben estar compensadas por ajustes de gasto, sobre todo en programas improductivos e ineficientes. El gran margen para la consolidación fiscal está en los gastos, donde sobreviven partidas con cuantías muy voluminosas que pueden ser reducidas teniendo en cuenta la estructura de numerosos gastos fiscales obsoletos que no sirven.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Muy deficientes resultados en la construcción de viviendas en el primer semestre

La bancarización ha quedado aparcada, otro experimento más a la basura

El Banco Central de Cuba como instrumento represor del régimen